viernes, 27 de junio de 2014

El deshielo




Bailamos sobre un buque

El ancla descendió
Con un sofocante golpe
Sobre el hielo que cubría el mar

Nuestros corazones se partieron
Como una estatua de mármol
Mientras bailamos en la tumba
De las negras aguas cubiertas por un mundo atroz

El tiempo se detiene
Y solo suena el trepidar del hielo
Con la dureza de una piedra
Bajo un cielo gris

lunes, 23 de junio de 2014

"Oh, esta eterna esmeralda" por Fiodor Sologub



Oh, esta eterna esmeralda
Siempre en los versos de hierbas verdes!
Lago brillante y silencioso
Rodeado de marcos líricos!

Y el cielo casi turquesa
Y el eterno respirar de las rosas,
Y esta tormenta eterna,
Ya cansa con su amenazadora cadencia!

Pero si acaso dios partiera
con su espada el corazón en dos,
Revivirán estos despojos,
En la lengua del arte,

Y sonrien los labios
Al susurro primaveral del abedul,
Y la taza vuelve a estar llena,
Con la llave de lágrimas ardientes.

El alma es poeta y habla,
Preparado para la vida y la muerte,
Y la fábula primaveral arde,
Sobre el eterno sufrimiento de palabras viejas.

Versión de Nikita Gusev
 

Ах, этот вечный изумруд.

 

Ах, этот вечный изумруд
Всегда в стихах зеленых трав!
Зеркальный, вечно тихий пруд
В кольце лирических оправ!

И небо словно бирюза,
И вечное дыханье роз,
И эта вечная гроза
С докучной рифмою угроз!

Но если сердце пополам
Разрежет острый божий меч,
Вдруг оживает этот хлам,
Слагаясь в творческую речь,

И улыбаются уста
Шептанью вешнему берез,
И снова чаша не пуста,
Приемля ключ горючих слез.

Душа поет и говорит,
И жить и умереть готов,
И сказка вешняя горит
Над вечной мукой старых слов.

martes, 1 de abril de 2014

Anna Karenina, o como Keira Knightley no me cierra



La mundialmente famosa historia de Lev Tolstoi ha tenido numerosas adaptaciones al cine; casi tantas como su contraparte francesa, Madame Bovary. Ambas historias tratan sobre mujeres caídas en desgracia, por pasión, en el caso de Anna, o  por el simple hedonismo de Emma. Y tal vez, acorde a sus acciones, ambas vidas también terminan en la desgracia.

La grandeza de estas obras es algo para discutir en otro momento, pero tanto Flaubert como Tolstoi han logrado crear dos historias que no solo apasionan por sus mujeres y sus vidas, sino que también logran crear una fascinante representación de la sociedad de sus tiempos. Emma o Anna podrán ser protagonistas, pero las ciudades, el país, la nobleza y el campo lo son en igual o mayor medida. La versión de Joe Wright y Tom Stoppard es hermosa, y es una gran película a su manera, pero falla en dos cosas importantes.


viernes, 21 de marzo de 2014

El Árbol de las Brujas, de Ray Bradbury




            Tengo la suerte de tener amigos que ocasionalmente me regalan sus libros. Regalar un libro propio es algo que ni siquiera se me ocurre, como dar una parte de un mismo, regalar un brazo. Comprar libros para regalar, por supuesto, pero sacar uno de la biblioteca para dárselo a alguien más es un acto doloroso para mí. Pero eso es algo para discutir en otra ocasión.

            Esta vez, he tenido la suerte de leer una de las tantas noveletas de Ray Bradbury que no conocía siquiera de nombre. “El Árbol de las Brujas” es una historia al estilo de aquellas películas de hace décadas atrás, que han tenido cierta culpa en romantizar la infancia norteamericana. Las películas sobre grupos de niños teniendo aventuras, sin interferencia de adultos más que como figuras de autoridad, que nunca pueden entender realmente lo que rodea el mundo de los niños, generaron una cierta fantasía de una infancia de verano, en Coney Island, de aventuras, con compañeros de tu equipo de baseball, comiendo algodón de azúcar y andando en montañas rusas. Tal vez el exponente más reciente de este género ha sido Super 8, de J. J. Abrahams. Durante al menos la mitad de la película, volví a sentir aquellos sentimientos de cuando uno es niño, y siente que entiende algo que los adultos ni siquiera pueden ver.

domingo, 19 de enero de 2014

Mensajes ocultos, voces apagadas


Y tú quieres oír, tú quieres entender. Y yo
te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes.
Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni
para los iniciados. Es para la niña que nadie
saca a bailar, es para los hermanos que
afrontan la borrachera y a quienes desdeñan
los que se creen santos, profetas o poderosos.

Botella al mar, de Jorge Teillier.


Con este breve poema, Jorge Teillier logra dar en el blanco. Al escribir, no se puede evitar pensar hacia quién uno se dirige. A fines de cuentas, aunque muchas veces digamos que escribimos para nosotros mismos, la escritura es comunicación, y la comunicación implica a alguien que recibirá nuestro mensaje. 

Siempre estamos escribiendo para alguien. Un diario, incluso, será leído por nuestro futuro yo, muchas veces una persona completamente distinta de la que somos hoy. El destinatario es tan inevitable como lo es el escritor. Creo que Jorge Teililer pone en verso la fantasía de muchos escritores, y artistas. Darle voz a aquel que no la tiene. A la niña que nadie saca a bailar, se le suma el niño que no se anima a dar el primer paso. El extranjero con una cultura cerrada, en un país nuevo, con costumbres alienantes y  tan lejanas como si uno aún se encontrara a miles de kilometros de distancia. A los golpeados, apresados, aislados. A los que, por fuerza, se les intenta quitar la palabra.

Y ese, para mí, es el trabajo del artista. Llevar el mensaje que existe, que cueste trabajo ver entre la penumbra, hacer más fuertes las voces de miles, darle forma a algo que cueste imaginar. Aquel mensaje que se mueve en las mentes de muchos, y solo pocos puedan decir. Para eso, habla el artista.